"La guerra no es como se estudia en los libros; todo es mucho más caótico"
"Escuchamos poco las historias familiares; quizás no convivimos todos tan juntos, quizás tenemos menos capacidad de escucharnos"
Enrique Carballo | a coruña Carmen
Delia Díaz (A Coruña, 1976) se decidió por la ficción para recuperar la
historia de su abuelo durante la Guerra Civil. Extractos de sus
memorias, una historia ficticia sobre su tío abuelo, y una investigación
novelada conforman
La casilla de Guadarrama, autoeditado y a la venta en
casillaguadarrama.blogspot.com.es.
-¿Cómo nació la historia?
-Mi
abuelo me había contado episodios de la guerra. Pero sus memorias,
realmente, estuvieron en el armario hasta hace unos años, cuando mi
padre las recopiló en un libro. Le pedí los escritos originales y empecé
a investigar datos concretos, como la casilla de camineros donde montó
un puesto de socorro. Está llena de escombros, de pintadas, pero en
pie.
-¿Por qué decidió novelarlo?
-Intenté
localizar a la novia de mi tío abuelo, pasé meses investigando esto,
leyendo, hablando con mi padre, y me dije, o lo escribo o a lo mejor
nadie lo va a hacer.
-¿Fue difícil ponerse en el papel de gente que vivió la guerra?
-La
guerra no es como la estudiamos en los libros. La guerra que vive la
población a pie de calle es muy diferente. Mi abuelo, en la casilla,
curaba a enfermos del bando republicano y también del otro. Y a veces
decía que no podía sacar la cabeza porque te podían disparar los otros o
los tuyos. Todo era mucho más descontrolado y caótico de lo que
estudias. Fue una ruptura total.
-¿Es necesario recuperar la memoria, entonces?
-Hoy
escuchamos poco las historias familiares. Y siempre hay un tío que se
fue a América, otro que se embarcó en una aventura. Quizás ya no
convivimos todos tan juntos, quizás tenemos menos capacidad de
escucharnos.
-También hubo quien calló.
-La
Guerra Civil provocó mucho dolor, así que entiendo ese silencio. Pero
creo que ya deberíamos perderlo. Hay muchísimos restos de la guerra que
yacen olvidados. Guadarrama creo que es el caso más palpable, porque el
Ayuntamiento ha hecho rutas y hay un montón de restos de trincheras, de
búnkeres? Es una historia triste, pero que nos puede enseñar mucho. Es
importante que ese espacio se recupere.
-¿Qué le ha enseñado investigar y escribir este libro?
-Mi
abuelo necesitó escribir todo esto para curar sus heridas. Las heridas
se curan contándolo y narrándolo. Todo esto refleja el trauma que debió
superar mi abuelo. Y a mí, a nivel personal, me aporta muchísimo.
-¿Qué periodo abarca la narración de la novela?
-Cojo
un primer episodio que narra mi abuelo, cuando está en un cuartel y lo
asaltan entre finales de julio y primeros de agosto de 1936. Luego tiene
algunos rasgos de realidad pero no sigue fielmente la historia
familiar.