Si eres una persona joven es posible que no hayas oído hablar nunca de los peones camineros, ni de las casillas. En los años 80, cuando jugábamos en la calle y en el campo libremente, sí era más frecuente toparse con alguna de estas construcciones hoy practicamente en desuso.
Los peones camineros eran funcionarios a sueldo del estado, y su misión era la de tener a punto las carreteras, evitar la formación de baches en los caminos, hacer desagües, limpiar los arcenes de maleza, etc. Las comunicaciones en el siglo XVIII y XIX no eran las de ahora, y era necesario que vivieran a pie de carretera para ejercer con eficacia su trabajo.
Así es que en cada tramo de carretera había una casilla y el peón vivía en ella con su familia. El cuerpo de peones está hoy extinguido, aunque quienes habitan aún la vivienda pueden disponer de ella mientras vivan. Pocas se ven ya, pero al borde de las carreteras nacionales o comarcales aún puedes ver alguna, como ésta de la foto, situada en Curtis, todas cortadas por el mismo patrón.
La casilla de Guadarrama era también una casilla de peones camineros, aunque por su tamaño y por la descripción que hace mi abuelo no estaba habitada antes de la guerra sino que era usada para guardar maquinaria y material como postes o herramientas.