Pasear por el mercado de Antón Martín hoy en día tiene un punto de ensoñación. Entre el bullicio, la modernidad y tradición siguen vivos muchos testimonios de los años 30, cuando la calle estaba llena de carros con toldos y la fruta se apilaba sobre los adoquines o en cajones.
Recientemente tuve la oportunidad de recorrer esta zona investigando algunos nombres y personajes aparecidos en las memorias de mi abuelo, para la novela que inspira este blog. Fue increíble caminar por delante de carnicerías, ultramarinos y comercios con solera como los de la calle Santa Isabel o el pasaje Doré. Llevaba una foto en la mano e hicimos algunas preguntas, pero la persona a la que seguíamos el rastro tendría hoy cien años y probablemente hace tiempo que se ha esfumado de allí.
La Farmacia del Globo, de 1870 y que fue dañada por las bombas durante la guerra. La plaza en la que se integra, que fue escenario en el siglo XVIII del inicio del motín de Esquilache. El Cine Monumental, inaugurado en el año 23 y que contó con 4.000 butacas y acogió estrenos memorables como "La Calle del Azar", de John Cromwell, con William Powell como protagonista y con la butaca al precio de 0,75 pesetas. El Café Bar Zaragoza, donde habrán chateado en época convulsa pero previa a la guerra tantos y tantos madrileños.
Por allí, algún día, pasearon Luisa y Manolo. Protagonistas de esta historia que yacía en el fondo de un baúl. Que transcurrió entre Atocha 95 y la Plaza de Jesús. Y que terminó en el hospital de la Princesa, como tantas vidas de la época.
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