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martes, 19 de abril de 2022

Los refugios de la guerra civil en Alicante

Recientemente hemos tenido oportunidad de hacer la visita guiada de los refugios de la guerra civil en Alicante. La experiencia fue especialmente emotiva porque mi abuela Lola nos había contado en diferentes ocasiones cómo vivió los bombardeos sobre la ciudad en los primeros meses de la guerra civil, así que aunque no visitamos el refugio en el que ella se escondía sí pudimos entender lo que padeció la población civil en esta ciudad. 

Refugiarse con un bebé

Cuando sonaban las sirenas, mi abuela Lola tenía el encargo de coger a su hermano Salvador, de dos añitos, y correr hacia el refugio. Después, junto con el resto de vecinos o población que estuviera por la zona, permanecer ocultos allí hasta que sonaran de nuevo las sirenas, y solo entonces poder reencontrarse con su familia o seres queridos y comprobar que estaban bien. Por aquel entonces la abuela tenía 14 años y su hermana Encarna cuatro más.

Una de las cosas que se pueden vivir en la visita guiada, muy lejanamente, es la angustia de los alicantinos cada vez que sonaban las sirenas y debían correr a los refugios, permaneciendo a oscuras, de pie, entre extraños o conocidos, hasta que podían salir de nuevo a la superficie.

Por qué se bombardeó Alicante

Una de las primeras enseñanzas que nos aporta la visita guiada a los refugios antiaéreos de Alicante es el contexto histórico. Es decir, por qué esta ciudad sufrió bombardeos tan duros y en qué circunstancias se afrontaron dichos sucesos. 

Al principio de la guerra civil y prácticamente hasta el final, Alicante fue zona republicana. Tenía un importante puerto, y aquí se escondieron para tratar de partir al extranjero buena parte de políticos o personalidades relevantes que huían al exilio.


Pero además hubo otro hecho decisivo que fue el encarcelamiento de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la falange, en la prisión del barrio de la Florida de Alicante, en junio de 1936, unos meses antes del estallido del conflicto bélico con motivo del alzamiento militar de Franco. El 20 de noviembre fue condenado a muerte y ejecutado en el patio de la cárcel; la falange lo consideró un mártir y cuando la ciudad de Alicante cayó sus restos fueron exhumados y llevados a hombros hasta El Escorial.

Cómo es la visita a los refugios

En el centro de interpretación de los refugios antiaéreos de Alicante, ubicado en un antiguo edificio de abastecimiento de aguas, la Casa de Máquinas, con acceso desde la calle Portugal, podemos iniciar esta visita. Previamente deberemos reservarla y pagarla a través de la web https://turiguiasalicante.com/refugios/

En el patio de dicho recinto, hay varios paneles con los nombres de los fallecidos en los bombardeos de Alicante, y de la Guerra Civil, incluyendo el de Primo de Rivera al inicio de la contienda. 

Entrando en materia, la Casa de Máquinas, que aún conserva los agujeros de las balas de la guerra en su fachada, alberga una pequeña exposición centrada en los bombardeos. En torno a 71 ataques con aviones de la flota italo-alemana que partían de Mallorca y atacaron la ciudad, empezando por objetivos estratégicos y terminando por la población civil, entre noviembre del 36 y marzo del 39.

En esta sala encontramos mapas de la ciudad donde están señalizados los bombardeos y los refugios de la guerra civil en Alicante, además de una maqueta de la masacre durante el bombardeo del Mercado Central, el 25 de mayo del 38. En este día no sonaron las defensas antiaéreas dado que la aviación entró desde la península y no por el puerto y la playa, donde se ubicaban las escuchas.

En uno de los pabellones por los que sigue la visita se puede conocer la historia del  Stanbrook. Se trata de un vapor inglés de mercancías que se hallaba en el puerto de Alicante en marzo del 39 y zarpó con 2.638 refugiados republicanos, llevándolos al puerto de Mazalquivir, en Orán, tras una travesía compleja esquivando los bombardeos.

Bajada a los refugios

Existieron más de medio centenar de refugios de la guerra civil en Alicante, a los que la población corría en cuanto escuchaba las sirenas antiaéreas. Actualmente se visita el interior de dos, ubicados en la Plaza Séneca y en Balmis. 


El recorrido guiado por este centro de interpretación culmina con la bajada a estos dos espacios bajo tierra, aunque quedan muchos en la ciudad que podrían ser abiertos en el futuro. 

Lo cierto es que permanecer unos minutos entre estos muros de hormigón, a oscuras, escuchando las sirenas en una simulación, es una experiencia personal y turística que ayuda a entender la historia de esta ciudad, y los conflictos bélicos como éste del que hoy hablamos.

Balance de los bombardeos en Alicante

Se calcula que unos 700 edificios fueron destruidos y unas 500 personas fallecieron en dichos bombardeos, además de los centenares de heridos. Al principio no había refugios, ya que éstos se fueron construyendo entre el 37 y el 39 por parte de la Comisión de Defensa Pasiva, y con participación de las mujeres, dado que muchos alicantinos estaban luchando en el frente. 

Al caer Alicante, muchos republicanos que permanecían en el puerto para marcharse al exilio fueron conducidos a campos de concentración. En la ciudad, hubo cuatro puntos que albergaron a estas personas según leemos en la publicación Los Campos de Concentración de Franco: el castillo de San Fernando y el de Santa Bárbara, la plaza de toros y una casa de ejercicios en el barrio de Benalúa.

Paradojas del destino

Como ya habréis leído en este blog si seguís nuestra historia, mi interés en esta temática de la guerra civil viene dada por la trayectoria de mi abuelo César Díaz Echevarría, que formaba parte del cuerpo de sanidad militar al inicio de la guerra en Madrid. Al licenciar las tropas el ejército republicano para evitar alzamientos de cuarteles en favor del bando nacional, trató de marcharse a su pueblo, en Galicia. 

Después de semanas en las que curó enfermos de ambos bandos en la Casilla de la Muerte de Guadarrama, pasó las líneas del frente, fue capturado por los nacionales y condenado a muerte, y finalmente salvó su vida por esa labor sanitaria en la curva de Tablada. 

Incorporado al ejército nacional, participó en la intendencia de las tropas en los frentes del Jarama y diversas localizaciones de los alrededores en torno a Madrid, donde había quedado su hermano hospitalizado al inicio de la guerra. 

Una vez que los sublevados entraron en la capital y él constató el fallecimiento de su hermano, fue destinado a Alicante donde conoció a mi abuela Lola. Ella era de familia republicana y habían sobrevivido a los duros bombardeos, pues hasta cuatro bombas cayeron en torno a su casa. Ambos, gallego de Ribadeo y alicantina, se enamoraron y se casaron en julio de 1940, residiendo a lo largo de su vida en A Coruña, Valladolid, Valencia, Melilla y de nuevo Galicia.


miércoles, 3 de enero de 2018

La imprenta de la Minerva en el Madrid de los años 30

Hemos ido hablando en este blog en varias ocasiones de la imprenta Minerva, porque esta marca fue precisamente la que usaban los protagonistas de La Casilla de Guadarrama en su sótano de la madrileña Plaza de Jesús, frente a la basilica de Jesús de Medinaceli. Algunas imprentas similares pueden verse en el Museo de la Imprenta de Madrid, he encontrado información más que detallada en este blog: Una ventana desde Madrid.

¿Qué es una Impresora Minerva?

La Minerva fue una imprenta de pequeñas dimensiones empleada a finales del siglo XIX y principios del XX y creada por la empresa CROPPER & CO

Al principio se accionaban de manera manual, pero luego estas máquinas se popularizaron, y a muchas se les acopló un motor eléctrico con unas correas. Es el caso de la que se puede ver en el Museo de Riotinto (Huelva).

Similar era la que usaba el protagonista de nuestra historia, Manolo, y también en la vida real quien inspiró la novela de este blog. Y es que en las memorias de mi abuelo he podido leer algunas escenas de trabajo cotidiano con esta máquina. Contaba por ejemplo que le llevaba casi todo el día preparar el molde. El trabajo previo era bastante arduo, pues había que leer y corregir bien los textos, cosa que a veces hacían sobre la marcha al preparar la propia plancha. En esto, y en pequeños ratos de ocio los domingos o en los bailes de la Sociedad Gallega Anaquiños da Terra, ocupaban el tiempo nuestros protagonistas en los meses previos al estallido de la Guerra Civil Española.

Recientemente tuve la oportunidad de ver una bien de cerca en el Museo de las Minas de Riotinto.

Una de las cosas que más me llamó la atención del pequeño museo de la imprenta ubicado en Riotinto fue precisamente el apartado dedicado a los chibaletes, con todo tipo de cajoneras y muebles llenas de letras tipográficas para componer. 

Por un momento no pude evitar sentir un escalofrío, como el que sintió la protagonista de nuestra historia al entrar, casi cien años después, a aquel sótano que había pertenecido a la antigua imprenta Mercurio. En ese momento, también, toda la historia ambientada en el Madrid de los años 30 y sus personajes volaron y giraron a mi alrededor.

El Museo de la Imprenta de Madrid

En la Calle de la Concepción Jerónima de Madrid, en el edificio de la Imprenta Municipal, alguien tuvo a bien conservar material de impresión antiguo y exponerlo en varias salas de museo. 

Una de las cosas que se pueden encontrar en este espacio son precisamente dos máquinas Minerva, una de ellas de pedal, junto con la explicación de cómo se utilizaban. 

En el bajo del edificio, podemos ver un audiovisual, y paneles sobre formas de impresión, tipografías, o un cronograma de historia de las artes gráficas.

Minervas en Galicia

Existen otros museos de interés para aficionados a la imprenta que hemos ido visitando a lo largo de los años, concretamente, en la Ribeira Sacra, en el Museo Etnográfico de Quiroga, podéis encontrar una sala entera dedicada a esta temática. El material proviene de El Derroche, un comercio que entre otras cosas tuvo la primera imprenta de la zona. Funcionó de mediados del siglo XIX hasta mediados del XX y también conserva su Minerva, además de las cajoneras y los chivaletes.

Si quieres consultar o comprar un ejemplar de la novela que inspira este blog puedes leer el apartado Dónde comprarla.

viernes, 31 de marzo de 2017

(I) El inicio de la Guerra Civil en A Coruña

Incendios, ráfagas de ametralladora, convulsión política y mucho desconcierto predominan en los primeros días de la guerra civil en la ciudad de A Coruña. Algunos puntos emblemáticos de la ciudad se ocupan y enseguida se van formando bandos mientras la prensa trata de aclarar lo que está pasando en realidad. 

Desde que investigué los acontecimientos de los primeros días de la guerra civil en la sierra de Guadarrama, a partir de las vivencias que narra mi abuelo en sus memorias, me pregunté cómo habrían sido las cosas en esos días en mi ciudad natal, en A Coruña. Acudiendo a la prensa de la época y publicaciones como la de Carlos Fernández: "El Alzamiento de 1936 en Galicia" tenemos acceso a bastante información para hacernos una idea.

La Comandancia Militar de A Coruña / CDD
El 19 de julio de 1936, mientras mi abuelo se jugaba el tipo para llegar hasta Guadarrama en pleno arranque de la guerra, el periódico La Voz de Galicia dedicaba la mitad de su primera página a la noticia titulada Una parte del Ejército de África se ha levantado en armas. El titular llevaba un antetítulo indicando Intento subversivo contra la República y un subtítulo que aclaraba que El Gobierno afirma que dominará la sedición que no fue secundada en la penísula. Este títular se publica el domingo y el redactor aclara en el segundo párrafo teníamos la noticia desde las nueve de la noche del viernes, pero no nos fue dable hacerla pública. Nos decía "Febus" (una agencia) con la prudencia que le distingue, que había acaecido el levantamiento en una o dos de las plazas de nuestro Protectorado de Marruecos, siquiera desconociese entonces el alcance de los sucesos. Quien sin duda desconocía la proyección de la noticia era el propio redactor, ya que unos días después el mensaje difundido desde el diario cambia notablemente.

Cuenta Carlos Fernández en la obra arriba mencionada que en la madrugada del 19 de julio se incendia la iglesia de San Pedro de Mezonzo y se asalta la de Oza. En los días consecutivos se construyen barricadas junto al Gobierno Civil, ayudándose de sacos terreros y cajas de ladrillos. Se refuerzan posiciones en la Marina, el salón París (conocido posteriormente como Cine París, rótulo que aún cuelga en su fachada aunque hoy es un establecimiento comercial) y otros puntos de la ciudad. El Cuartel de la Guardia Civil, ubicado en Médico Rodríguez, junto a los almacenes El Pote, también observa movimiento desplazando tropas hacia San Andrés. Y la infantería al mando desde la plaza de Azcárraga se dirige a la Plaza de María Pita. Baterías de ametralladoras toman el Palacio Municipal, Riego de Agua y el edificio de Correos y Telégrafos.

Se declara el estado de guerra. Las ametralladoras desde la Ciudad Vieja disparan hacia el Náutico. Se cachea a los huéspedes del hotel Europa y se detiene al gobernador Pérez Carballo y al alcalde Suárez Ferrín. El edificio del Banco Pastor en los Cantones, será uno de los inmuebles más batidos durante esos días.

Si quieres leer la segunda parte pincha aquí

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Campanadas con mucha historia, en la Puerta del Sol

El reloj de la Puerta del Sol de Madrid lleva más años de los que podamos pensar marcando con sus agujas el compás de la historia de España. Sobre el edificio de la Casa de Correos y, desde mediados del siglo XIX, vino a sustituir al reloj de la Iglesia del Buen Suceso que era el que le precedía en marcar los tiempos, pero al parecer su funcionamiento era bastante deficiente.

Los relojes en los antiguos edificios marcaban el ritmo del día
Con la tradición de las doce uvas a un tiro de piedra, no puedo evitar viajar mentalmente a un episodio ocurrido en 1936, el 20 de julio, cuando aquel cabo sanitario protagonista de "La Casilla de Guadarrama" remataba un fatídico día de los albores de la guerra civil española precisamente frente a este reloj. Sonaban las 3 de la mañana cuando el soldado llegaba con varios compañeros al Ministerio de Gobernación, que entonces ocupaba el edificio, construido a mediados del siglo XVIII. Y tocaban las campanadas las 5 de la madrugada cuando salían con destino a la Academia de Sanidad Militar para ser destinados al puesto de socorro de Toledo y Collado, respectivamente. Así lo dejó escrito mi abuelo en sus memorias, y así se recoge en esta parte de la novela. Los tres despedirían el año en el frente en circunstancias bastante diferentes a las de la mayoría de los madrileños que acuden hoy a la Puerta del Sol.

Avanzada la guerra, la famosa torreta del reloj fue bombardeada. Y el edificio pasó a ser la Dirección General de Seguridad, durante el franquismo, y en sus sótanos hubo calabozos destinados a miembros de la oposición a la dictadura. En los años posteriores los compases horarios se emitieron desde Radio Nacional de España. Y en 1962, como detalla la historia del reloj más famoso de la capital en la Wikipedia, se televisaron las primeras campanadas desde esta ubicación. Su historia ha dejado huella en el mundo literario, también en la novela que inspira este blog, en el musical o en el cine. Y con ella queremos también desde este rincón virtual desearos feliz año a todos.

Si quieres un ejemplar de la novela "La Casilla de Guadarrama" puedes consultar aquí los puntos y modalidades de venta.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Madrid años 30: el hotel Palace

El suelo que pisaron nuestros protagonistas por el viejo Madrid estaba plagado de edificios emblemáticos como el hotel Palace. Inaugurado oficialmente en 1912 y construido por un empresario belga a sugerencia del mismo Rey Alfonso XIII. Se alzó sobre el palacio de los Duques de Medinaceli y se construyó con hormigón armado. 

En poco tiempo fue un referente entre la sociedad madrileña de la época. Unos seiscientos empleados atendían todos los servicios del inmueble que se disputaba a la burguesía con el Ritz, inaugurado en 1910, apenas un par de años antes, tambien por el mismo monarca. 

El hotel Palace está en la Plaza de Cánovas del Castillo, haciendo esquina con Duque de Medinaceli. Al final de la calle se encuentra la iglesia de Medinaceli, en la Plaza de Jesús, donde estaba la imprenta Mercurio, el origen de nuestra historia. Pienso a veces que los protagonistas recorrerían esta calle una y otra vez a lo largo de la década de los 30. Asistirían quizá al bullicio generado por las fiestas, las exposiciones, las convenciones y todos los eventos allí celebrados. 

Cuenta la prensa de la época, como Mundo Gráfico, que este hotel se preparó como "hospital de sangre", al igual que el hotel Ritz, a finales de julio de 1936. Se iniciaba aquí la etapa triste de este hotel que bajo la denominación de "Hospital de Base número 1" sirvió de sanatorio para las tropas del frente. Los quirófanos se ubicaron en el bajo y al parecer la primera planta fue Embajada de la Unión Soviética durante algún tiempo. Todos estos detalles los cuenta la Wikipedia y muchos otros sobre la historia de este emblemático edificio del viejo Madrid, que albergaría sin duda historias dramáticas como los sanatorios de la sierra de los que hemos hablado, o la casilla de la muerte de Guadarrama, testigo real de nuestra historia. 

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lunes, 5 de octubre de 2015

Los nacionales llegando a Guadarrama

Agosto de 1936, Guadarrama. Se confirma lo que he leído en las memorias de mi abuelo y que forman parte de la novela "La Casilla de Guadarrama". La sierra es un auténtico polvorín con continuos avances y retrocesos del bando sublevado y del ejército republicano. Un fragmento del diario de un soldado gallego recogida en el diario El Progreso recoge una interesante crónica sobre el terreno. En julio y desde el inicio de la guerra el alto del León estaba tomado por el ejército nacional. Los republicanos dominaban varias posiciones montaña abajo pero las fronteras eran difusas y variaban día a día. 

El joven soldado gallego, al parecer de un batallón de Ourense, afirma que lleva dieciocho días a poca distancia del pueblo de Guadarrama. En sus propias palabras "casi se cogía con la mano", visto desde arriba, imagino yo. Escondidos de la aviación y contando las bombas... "ya van 478, mi capitán". Al anochecer bajan hacia Tablada, llegando hasta su sanatorio con algunas bajas.

La casilla "Hospital de sangre"
En este punto aparece la casilla de peones camineros, la casilla de nuestra historia. Una confirmación más aporta esta página del periódico a lo escrito por mi abuelo. "La sección del alférez Gacio, se queda para relevar la fuerza que guarnece la casilla de peones camineros, el punto más avanzado de este sector; despedidas rápidas, votos de suerte; sigue el resto de la compañía; por fin llegamos a Tablada, relevamos los puestos que nos corresponden y descansamos un poco. (...) Hace un mes que no echábamos nuestros cuerpos sobre un mal gergón. Aquí hay abundantes colchones y mantas del sanatorio, destruido por el bombardeo de los rojos". 

El extracto confirma una vez más que aquel "hospital de sangre" del que mi abuelo pudo huir a principios de agosto estaba por delante de la batería republicana. Por eso contaba que entraban y salían arrastrándose por la cuneta, temiendo que uno u otro bando les hiciera blanco. Y por eso también curaban heridos de ambos bandos, según el día y el transcurso de aquella guerra en la que nadie sabía a ciencia cierta quién era quién.

El hospital
Después habla del sanatorio. Como ya hemos tratado en este blog, el sanatorio actual que se encuentra en estado de ruinas en la subida de Tablada no se llegó a inaugurar. Por tanto, si el soldado habla de mantas y colchones pensamos que se refiere al antiguo sanatorio Lago-Tablada, evacuado precisamente el 4 de agosto del 36. 

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