martes, 16 de junio de 2015

La Dolores: un escenario probable

Dice en la fachada de la taberna La Dolores que abrió en 1908. Así que por su ubicación, en la Plaza de Jesús 4, contigua a la vieja imprenta Mercurio, debió ser lugar de reunión bastante habitual de los protagonistas de esta historia. En el Madrid de los años 30 el jornal era escaso pero probablemente daba para un corto de cerveza de vez en cuando.

Manolo trabajaba a destajo imprimiendo los primeros ejemplares del libro "Ribadeo Antiguo" y otros encargos que se iban hilvanando hora tras hora con ayuda de aquella Minerva. César cumplía sus tareas militares en el cuartel de los Docks, donde estaba destacado. Al finalizarlas, se acercaba a la Plaza de Jesús 6, al sótano donde estaba aquel taller de reprografía y salía a tomar el aire con su hermano. Madrid olía a revolución y a guerra por los cuatro costados, pero a ninguno de los dos les iba a estropear la realidad sus años más soñados y felices.


Así se escribe la primera página

De las ausencias siempre se aprende. Se aprende que siempre podías haber aprovechado mejor el tiempo que estuviste con esa persona. Es un aprendizaje universal y colectivo, un duelo necesario para analizar el dolor en los días venideros.

La casilla de Guadarrama empieza con duelo y con ausencia. Con evocaciones, con visiones, con un presagio y una confidencia al lector, a espaldas de la protagonista. Así, literalmente así, se escribe la primera página:

"No recuerdo si escuché primero el sonido del teléfono o el trueno que siguió al rayo. Las tormentas en Madrid siempre te pillan por sorpresa. Aunque estés a cubierto. Las malas noticias tienen la capacidad de recorrerte por dentro desde la cabeza hasta los pies, taladrándote el estómago. Pude oír la voz de mi padre, la abuela había fallecido. Con las primeras gotas de la tormenta una sombra negra recorrió de extremo a extremo el comedor de casa, pasando por la pared, los cuadros, la librería y desapareciendo a lo lejos por la ventana. En ese preciso instante, me pareció también oler esa mezcla de colonia Álvarez Gómez y laca de pelo, que me resulta tan familiar y que conservo desde niña. Lo que no sabía en ese momento era lo que iba a suceder en los próximos días."

lunes, 15 de junio de 2015

Comentarios

Aquí vamos publicando los comentarios que nos llegan por correo electrónico. También puedes dejar tu opinión personalmente en el formulario de abajo. Te esperamos...

"Buenas tardes, Carmen. Le escribo como lector de su novela histórica «La casilla de Guadarrama», que he degustado en este mes de diciembre. Soy vecino del barrio de Pacífico en Madrid y tengo recuerdos del cuartel en servicio, por allá los años 70 y 80 de mi niñez y juventud, donde muchos años antes sirvió su abuelo César. Así que he disfrutado de la lectura, con un permanente cosquilleo por la narración sobre su historia y también de Manolo -conmovedora- y lo que pueda tener en relación a mi barrio y proximidades. También conozco otros emplazamientos citados de la ciudad, incluso en Guadarrama, donde estuvo mi abuela unos meses hospitalizada hace ya bastantes años.

Quisiera por todo ello darle mi enhorabuena. Tomé un ejemplar de su novela en la única biblioteca en la ciudad de Madrid que lo tiene en préstamo, por lo que, además, me permito mandarle copia de la nota manuscrita, como si del mensaje en una botella se tratase. No sé desde cuándo se encuentra en préstamo, pero al menos en 2016, casi todos los meses tiene una marca de devolución, así que aceptación debe tener." (Un vecino del barrio del Pacífico, en Madrid, Navidad 2016)

"Lo he terminado. Me encantó y me enganchó desde el principio. De hecho, lo he leído en dos noches. Es una pena habérmelo terminado porque ahora solo me queda esperar al siguiente libro". (María, 21 de julio del 2015)

"He disfrutado mucho leyendo el libro!!! la temática nos toca a todos un poquito por lo que hace que te sientas intrigada y no puedas parar de leer hasta el final, involucrándote poco a poco en la trama. Espero que ésta sea la primera de muchas otras novelas. Mi más sincera enhorabuena!!" (Silvia, 6 de julio de 2015)

"Me ha encantado el libro! Enhorabuena una y mil veces! Genial! Muy chula la historia. El final impresionante!. Me encantó! Quiero más..." (Lourdes, 21 de junio de 2015)

"El libro me encantó, te hace echar unas lagrimillas... Tus abuelos y tus tíos estarían orgullosos de que contaras un poco de su historia. Los primeros días leí trozos pero después me quedé para terminarlo, estaba deseando saber cómo acababa" (Tere, 14 de junio de 2015)

"La estoy leyendo, bellísima, es emocionante ver cómo ha discurrido todo, parece que la estés viviendo realmente" (Inma, 30 de junio de 2015)

"Hola! Ayer, por fin, pude empezar a leer el libro y la verdad es que quería felicitarte! Me he leído los 6 primeros capítulos del tirón. La historia de tu abuelo me parece fascinante y me está enganchando mucho. Enhorabuena". (Lucía, 2 de julio de 2015)

"Realmente lo he vivido. Posiblemente más de lo que mucha gente pueda hacerlo. ¿Por? Conozco la gran mayoría de los sitios que recorren los protagonistas. El viaje a Galicia, tanto por la A-6 como por la N-6. Los pueblos en los que para: Villafranca, Piedrafita... Además me gusta patearme la sierra, por lo que conozco bien la zona. Guadarrama, los restos de trincheras y bunkers que aún existen. Los hospitales para tuberculosos y los manicomios. Frente al hospital de la Tablada, empotrada en el arcén derecho hay una casa abandonada que supongo será la Casilla. Y por supuesto todo lo relativo a Madrid, al centro y al mercado. En fin. Qué me ha resultado muy fácil zambullirme en las páginas y acompañar a la nieta de César y a Germán en su periplo en busca de respuestas. Una gozada" (Víctor, 6 de julio del 2015).

"Bueno pues acabe la novela (La Casilla de Guadarrama) ... ayer llevaba unas 25-28 paginas leidas, al final temine mirando de reojo el despertador, pero podian mas las ganas de leer..., total que me dieron casi las 5 de la mañana y termine de leerla. Me gusta leer pero mi fuerte no es el comentario de texto ni la redaccion en general, asi que solo puedo decir que me encanto y me engancho en el mas amplio sentido de la palabra. Contada de una manera facil de leer y de una manera que te va enganchando contra mas la lees. Puntuacion personal 11 sobre 10. Recomendable :totalmente. Esta ira a la estanteria de las novelas que me emocionaron y que su lectura me hizo olvidar el tiempo, asi de facil. Muchas gracias por esta historia Carmen." (Juan Carlos Aroca, 25 de mayo de 2017).


viernes, 12 de junio de 2015

Los peones camineros y las casillas

Si eres una persona joven es posible que no hayas oído hablar nunca de los peones camineros, ni de las casillas. En los años 80, cuando jugábamos en la calle y en el campo libremente, sí era más frecuente toparse con alguna de estas construcciones hoy practicamente en desuso. 

Los peones camineros eran funcionarios a sueldo del estado, y su misión era la de tener a punto las carreteras, evitar la formación de baches en los caminos, hacer desagües, limpiar los arcenes de maleza, etc. Las comunicaciones en el siglo XVIII y XIX no eran las de ahora, y era necesario que vivieran a pie de carretera para ejercer con eficacia su trabajo.

Así es que en cada tramo de carretera había una casilla y el peón vivía en ella con su familia. El cuerpo de peones está hoy extinguido, aunque quienes habitan aún la vivienda pueden disponer de ella mientras vivan. Pocas se ven ya, pero al borde de las carreteras nacionales o comarcales aún puedes ver alguna, como ésta de la foto, situada en Curtis, todas cortadas por el mismo patrón. 

La casilla de Guadarrama era también una casilla de peones camineros, aunque por su tamaño y por la descripción que hace mi abuelo no estaba habitada antes de la guerra sino que era usada para guardar maquinaria y material como postes o herramientas.

Una historia de amor en tiempos de preguerra

El amor no es lo que era, o quizá las mujeres y los hombres ya no nos enamoramos como antes, ¿o sí? Desde niña me ha impresionado esta historia, la escuché contar, vi fotografías, leí cartas... No sé qué rastro quedará de nosotros cuando ya no estemos en este mundo, en la era digital cartas escribimos pocas, y notas ninguna. Así que será difícil rastrear viejas historias, no sé qué aguante tendrá la memoria caché. 

La historia empezó en Madrid, en la década de los 30. Las mujeres aprendían un oficio y los hombres también, ellas además aprendían a llevar una casa, porque así eran los tiempos de preguerras, o bien tenían servicio para esta tarea. El poco tiempo que restaba para el ocio de las clases trabajadoras se repartía en paseos, verbenas, algún estreno cinematográfico y sociedades o agrupaciones de barrio. La calle vibraba más que ahora, o al menos eso parece leyendo a quien vivió esos años previos a la guerra en Madrid. 

Los personajes a los que alude la novela se enamoraron también como dos chiquillos y muy pronto hicieron planes de boda. Pero el destino es caprichoso y la guerra civil vino a traer la desgracia o hacer pasar dificultades a tantas y tantas personas.Y es que en aquellos principios de siglo un soldado recién llegado a la academia, pensaba en estos términos: 

"Cuando llegué ante los muros de aquel cuartel se me cayó el alma a los pies pensando que, detrás de aquellas paredes, me esperaba una vida solitaria, sucia y peligrosa. Donde a cambio de mi vida solo podrían darle a mi madre una medalla de latón"

 (César Díaz Echevarría, Memorias)

jueves, 11 de junio de 2015

La casilla de la Muerte, en Guadarrama

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Buscando referencias sobre la casilla de camineros de la que habla mi abuelo en sus memorias, y que se recoge al inicio de la novela "La Casilla de Guadarrama", encontramos otra importante referencia histórica. 
Según se recoge en el blog de Josep Cabanes, el presidente del Fútbol Club Barcelona, Josep Suñol i Garriga fue asesinado el día 6 de agosto de 1936 exactamente al pie de la citada casilla. En el kilómetro 54 de la nacional VI. 

El episodio se puede encontrar recogido en numerosas referencias y blogs, pues forma parte de la historia del Fútbol Club Barcelona. El cronista hasta dejó constancia de la matrícula del vehículo en que iba junto con un periodista del diario "La Rambla" y un teniente del ejército repúblicano. Al parecer el coche llevaba un banderín catalán y, aunque no se sabe con certeza a dónde se dirigían por esta carretera se cree que iban en misión encomendada por el presidente del Parlament de Cataluña.

Imagen del Street View de Google Earth
En el texto se hace referencia a la edificación como "La Casilla de la Muerte", y parece claro que es la misma a la que hemos dedicado esta página pues el kilómetro coincide y también las características con la descripción que deja mi abuelo en sus memorias, aunque no coincidieron allí por pocos días, ya que los hechos que recoge el libro "La Casilla de Guadarrama" tuvieron lugar a finales de julio y este episodio tan solo seis o siete días después.

También se hace referencia a la línea que separaba la zona republicana de la nacional, que estaba precisamente próxima a este lugar, pero, como bien se recoge en el relato, las posiciones iban cambiando notablemente de un día a otro y había momentos de auténtica confusión, donde los propios soldados desde sus parapetos no sabían bien si disparaban a los suyos o al enemigo.

miércoles, 10 de junio de 2015

Madrid, años 30, en "La Casilla de Guadarrama"

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El Madrid de los años 30 está pintado en las viejas memorias que dejó mi abuelo. Militares de la república, trabajadores, intelectuales y burguesía de la época se cruzaban por las calles de la capital como si de una postal antigua se tratara. Se oía chirríar a los tranvías y el aire olía a puchero preparado en cualquier casa de comidas, como La Gijonesa. Por cualquier rincón, se escuchaba reír a algunos estudiantes y chiquillos. 

En la glorieta de San Bernardo estaba el antiguo hospital de La Princesa, una institución pública, hoy situada en Diego de León, y que durante la Guerra Civil estuvo en el Colegio del Pilar, en el Barrio de Salamanca. En aquellos años un enfermo allí pagaba cinco o seis pesetas al día, las heridas se curaban con sulfatos y otros preparados que diferían bastante de lo que conocemos hoy.

Imagen de Tras sus huellas (Manuel Díaz Aledo)
La actividad comercial en la Plaza de Antón Martín se conoce desde el siglo XVII, y en los años 30 era un hervidero de puestos que posteriormente se reorganizaron en un edificio cerrado. Muy cerca, en la calle Atocha, estaba el recién inaugurado Cine Monumental, de 1923, en la época en que los estrenos de la gran pantalla eran todo un acontecimiento.

El ambiente estaba muy revuelto y en los años de la II República, y no eran infrecuentes los atentados, y los cuarteles eran tiroteados y defendidos por los soldados, que con proximidad a la guerra ya no sabían bien en algunos momentos de quién debían seguir órdenes.

La Estación de tren de Atocha se conocía con el nombre de estación de Mediodía, y muy cerca, en la calle del Pacífico estaba el cuartel de los Docks, un grupo de barracones militares construidos a finales del siglo XIX.

En la Plaza de Jesús se instaló la Imprenta Mercurio, propiedad de Carlos Suárez Couto. Cerca de allí, en la calle Atocha 95 había una pensión de estudiantes instalada en el tercero o cuarto piso. Y en la calle Preciados, cerca de la Puerta del Sol, tenía su sede la "Sociedad Anaquiños da Terra", punto de reunión de muchos gallegos en la capital.

Son solo pinceladas de una época que, afortunadamente, no nos ha tocado vivir, pero que en esos viejos papeles mecanografíados brilla ante mis ojos y seguro que ante todos los que os propongáis leer esta novela.