miércoles, 30 de marzo de 2016

La estación del Norte de Madrid al inicio de la guerra civil

"Vete a la Estación del Norte y súbete a cualquier tren que vaya camino de Galicia o Asturias". Esta petición le hace, gravemente enfermo en su cama del Hospital de la Princesa, uno de los protagonistas de "La Casilla de Guadarrama" a su hermano. Acababa de estallar la guerra civil española, y Madrid está fuera de control, con grandes revueltas y una gran división en los estamentos militares y políticos. 

Antiguos trenes en el Museo del Ferrocarril de Gijón
La encomienda fue inútil porque, según relata mi abuelo en sus memorias, el metro aún funcionaba pero al llegar a la estación se encontró un único tren que había sido reforzado con planchas de hierro en las ventanas, dejando espacio para disparar. Un miliciano le indicó que los trenes llegaban únicamente hasta el Escorial, donde estaban tratando de contener a los nacionales llegados de diferentes puntos de España, al parecer, cadetes de caballería de Valladolid.

Rastreando la historia de esta estación y del tren en los inicios de la guerra, encontramos que las locomotoras de vapor aún mandaban en el panorama nacional. Aunque las primeras líneas electrificadas son anteriores a la guerra, la línea Madrid y sus conexiones con Ávila y Segovia quedaron paralizadas por la contienda, como muchas otras. Así lo explica Wikipedia en "Historia del Ferrocarril en España"

La Estación del Norte era entonces de donde salían los trenes hacia Galicia y así fue hasta la década de los 90, cuando estos trenes fueron asumidos por la estación de Chamartín. Hoy ocupa su espacio la Estación Principe Pío, un intercabiador de metro con cercanías y autobuses, además de una zona de Centro Comercial.


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martes, 15 de marzo de 2016

Aquellos viejos baúles

Seguro que en algún rincón de la casa de los abuelos, o en lugares de ambientación histórica habéis visto cómo eran los viejos baúles y maletas. A mí siempre me han llamado muchísimo la atención. De pequeña pensaba que se podrían encontrar allí viejos tesoros, porque además nunca te dejaban revolver en ellos. Crecí intrigada por lo que esconderían pero lo cierto es que hasta que pude bucear un poco en ellos, buscando la historia de mis antepasados, no valoré bien su importancia.

Los de la foto puedes verlos en Berlín, en una recreación de una vieja fábrica de maletas expuesta en el Museo de la Tecnología. Ahora que viajamos con bolsas de tela o maletas de ruedas nada queda en su interior, pero antiguamente la gente se mudaba de casa con aquellos pesados baúles llenos con sus pertenencias, y luego quedaban allí, en algún rincón de la casa familiar al alcance de curiosos y extraños.

En La Casilla de Guadarrama hablamos de estos viejos baúles y lo que puedes encontrar en ellos, como la propia historia que relata la novela. Allí quedaron las memorias escritas de mi abuelo sobre sus vivencias en los primeros días de la guerra. Y allí quedó su viejo uniforme militar y sus medallas, tristemente ganadas, tras arriesgar su vida y dejarse la salud por el camino. Aquellas memorias conducían a Guadarrama y también formaron parte del elenco de batallas que escuchamos a la generación que vivió la guerra, cuyo murmullo casi está ya apagado.

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lunes, 7 de marzo de 2016

El atraco del estanco de la Plaza de Jesús

Muchas veces durante los meses de investigación y escritura de la novela La Casilla de Guadarrama me he detenido a pensar cómo sería aquella tranquila calle en los años 30. El hotel Palace, del que ya hemos hablado aquí, la cerería de la que tanto se habla en la novela, la iglesia de Medinaceli y su historia o la vieja imprenta de la que solo queda el local, hoy dedicado a otro uso comercial. 

La pequeña Plaza de Jesús sigue siendo un rincón tranquilo que duerme en el Madrid Antiguo, así que hemos buceado algo en la hemeroteca para encontrar un suceso de pocos meses antes de la guerra. En los tiempos en los que el periodismo se hacía con pluma y libreta, a golpe de suela y teléfono de los antiguos, el periódico El Siglo Futuro se hace eco de otro "atraco escandaloso". Nos queda la duda de cuál fue el escándalo del robo, o si eran tiempos bastante convulsos como parece que sí lo eran. 

La comunidad de la Plaza de Jesús se ve sobresaltada por el atraco que tiene lugar en el estanco ubicado en el número 5 de la calle, muy cerca de la imprenta en la que trabajaban nuestros protagonistas y donde se inicia la acción de la novela. Un hombre pide una cajetilla de tabaco y, al darse la vuelta el dependiente, le encañona pidiéndole todo el dinero de la caja registradora. 

El atracador se llevó 300 pesetas, y fue visto huyendo en dirección a la calle de las Huertas, por Lope de Vega, pero lo cierto es que nadie logró alcanzarle y se salió con su propósito. Al parecer una pareja de servicio por la zona del Hotel Palace hizo averiguaciones sin conseguir dar con el ladrón. 

Mi hallazgo fue simplemente encontrar un episodio de la vida cotidiana en este pequeño rincón del barrio de las letras de Madrid. También, averiguar que al parecer junto a la imprenta Mercurio hubo un estanco, y siendo mi abuelo y su hermano fumadores hay que pensar que serían asiduos del local regentado por Ángel Andía, según recoge la información relatada anteriormente por el periódico El Siglo Futuro, y publicada el 10 de febrero de 1936.

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