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Ribadeo está muy presente en la novela "La Casilla de Guadarrama", no solo por ser el pueblo natal del abuelo de la protagonista, sino también porque forma parte inseparable de la cosmovisión de la autora. Esta villa es un foco turístico de gran relevancia, con la particularidad de que quienes la visitan, en un porcentaje muy amplio, vuelven. Es un acercamiento que siempre deja poso.
Ribadeo está muy presente en la novela "La Casilla de Guadarrama", no solo por ser el pueblo natal del abuelo de la protagonista, sino también porque forma parte inseparable de la cosmovisión de la autora. Esta villa es un foco turístico de gran relevancia, con la particularidad de que quienes la visitan, en un porcentaje muy amplio, vuelven. Es un acercamiento que siempre deja poso.
La historia tejida en torno a la publicación del libro "Ribadeo Antiguo", tiene toques de realidad y muchos otros de ficción. Tantos que es difícil hasta para la autora distinguir dónde están sus fronteras. Pero esa es precisamente la magia de la literatura.
Los escenarios elegidos existen y se pueden rastrear en esta villa, en la que se conservan varias edificaciones de inspiración colonial. También el bajo donde estaba la imprenta de "Las Riberas del Eo", en la calle Antonio Otero, la antigua farmacia Casariego, la capilla de San Roque, el cementerio o las sendas que recorren "O Xardín".
Hay empresas más recientes que también forman parte de este poso y salen referenciadas de manera muy natural en las páginas de la novela, como los buses de la compañía ALSA, las pizzas del PizzBur, la churrería Linares o el antiguo panadero que recorría los barrios con su furgoneta para vender pan. Llegaba a media mañana, tocaba con fuerza el claxon y los vecinos iban saliendo a por aquellas riquísimas barras cocidas en horno de leña.