Oporto es una ciudad literaria de
por sí. No sólo porque en ella se capta la esencia de la tradición, de
la cultura, de la gente, sino también por la antiguedad y presencia de
librerías míticas como "Lello e Irmao".
Está
en la rúa de Carmelitas, enmarcada por edificios de azulejo de
diferentes colores. Entrar en ella es directamente soñar despierta, para
quienes amamos los libros alineados en grandes estanterías. Aquí el
valor de cada uno de los volúmenes se suma al de la antigua estantería
con escalera integrada, que es ya un museo de por sí.
En
las páginas de "La Casilla de Guadarrama" se integra este templo del
libro con gran naturalidad. Qué mejor lugar para investigar una pista
literaria que esta "livraría". Pero también las calles de Oporto,
estrechas y adoquinadas, los tranvías ascendiendo entre chirridos y el
ambiente húmedo de la rivera.
Las noches, tienen allí sonido de fado y sabor a bacalhau,
y la vista se recrea con la ensalada de luces de la ciudad desde la
Sierra del Pilar o cualquier punto de Vila Nova de Gaia. Por Oporto se
pasea saboreando, y así lo hacen los protagonistas de nuestra novela
para resolver un capítulo fundamental del enigma en que se ven inmersos
en su historia. Nuestra historia.
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