lunes, 26 de octubre de 2015

El Sanatorio antituberculoso Lago-Tablada y su historia, en Guadarrama

La sierra de Madrid está llena de antiguos sanatorios, como hubo en tantos otros puntos de España, construidos a principios de siglo para hacer frente a la epidemia de tuberculosis que padeció nuestro país. Precisamente en la antigua nacional VI, tras pasar el pueblo de Guadarrama y bordear el túnel de la autopista, está la estructura vacía del antiguo sanatorio de Tablada.

Recortes de hemeroteca de la época / Doc. de A.G.V.
Siguiendo la pista de este lugar a través de las memorias de mi abuelo, que estuvo en la zona en los primeros días de la guerra civil, descubrí que el hospital antituberculoso al que él hace referencia no es este viejo edificio abandonado sino otro del que no quedan restos.

Como ya avanzamos en el post "El misterioso sanatorio de Tablada", este centro médico dejó su huella en los periódicos de la época. Uno de los más extensos es El Imparcial, que en su edición del 9 de diciembre de 1924 recoge una crónica de su acto inaugural presidido por el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia.

Se trataba de un centro sanitario estatal, en plena "cuesta del León", y muy cerca de la estación de ferrocarril de La Tablada. En el acto de inauguración al que asistieron un largo séquito de personalidades encabezadas a nivel local por el alcalde de Guadarrama, el juez y diversas autoridades de la zona. También diversos miembros destacados de la nobleza vinculados con lo sanitario, como representantes del Real Patronato de Lucha Antituberculosa, creado en 1924 y del que formaban parte las allí presentes como la condesa de Romanones, la duquesa de la Victoria, las condesas de Heredia-Spinola y TorreArias, las marquesas de Aldama, Comillas y Argüelles. Un buen número de doctores con cargos en diversos centros sanitarios de la capital, así como inspectores y políticos designados a labores del sector sanitario asistieron también a la apertura de este centro y son glosados en la crónica periodística casi de forma nominal.

La historia
Los arquitectos, Manuel Cardona y Amós Salvador, tuvieron un lugar destacado en el evento, así como la viuda de Lago, benefactora y principal artífice de este sanatorio que costó en su día  un total de 2.446.689,41 pesetas. La prensa de la época en recortes que hemos conocido gracias a la investigación de Alberto, un guadarrameño interesado en la historia local, pone de manifiesto también que este hospital fue pionero. Así lo recoge el diario La Tierra de Segovia, en diciembre de 1921: "hasta hoy no tenía el Estado Español ni un solo sanatorio para atender a tan urgente necesidad de sanidad pública".

La hemeroteca recoge bien los orígenes de la construcción de este centro. La señora viuda de Lago, Clementina Lanchares, tenía un hijo capitán de artillería que murió a consecuencia de la tuberculosis, en algunos medios hemos leído que dos. De ahí que se decidiera a abonar el terreno y sufragar parte de la construcción del edificio que tenía capacidad para cien enfermos de los cuales 72 serían gratuitos. Como apunte curioso, la señora Lago quiso ceder también una plaza a la Asociación de la Prensa para un profesional que pudiera padecer esta enfermedad.

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jueves, 15 de octubre de 2015

La casilla de la muerte de Guadarrama, en plena Guerra Civil

Julio de 1936. Anochecía. El joven cabo de sanidad militar salió de aquel viejo sanatorio de Tablada y enfiló hacia arriba siguiendo el trazado de la nacional VI. Se oían ráfagas de ametralladora de vez en cuando. Caminaba semiagachado cuando encontró a unos soldados del regimiento de Castilla que en realidad eran extremeños, y disparaban tumbados, asomando el fusil por entre las piedras del muro sin saber muy bien a dónde apuntaban. 

Se oían los aviones volando bajo. Al llegar a la curva, vio la caseta de camineros al otro lado de la carretera y la cruzó de cuatro zancadas. Saltó sobre los sacos que protegían la puerta y se tiró dentro. Enseguida comprobó que eran sacos de pan duro. 

La escena dentro de la casilla era difícil de asimilar. Era grande, como un garaje, y diáfana. Con grandes vigas en el techo y unos diez metros de frente por treinta de fondo. Había un hombre con una bata blanca curando a un herido. Junto a él, una miliciana con un mono preguntaba al pobre soldado sus datos y los anotaba en una libreta. Los heridos gritaban. Uno pedía que le llevaran a morir a Madrid, otro que a Segovia, otros gritaban que no podían soportar el dolor.

Mi abuelo preguntó quién estaba al mando, y al ver que era cabo sanitario le dijeron que se ocupara él porque ninguno de los que curaban o ayudaban tenía ningún conocimiento en la materia. Tumbaron a otro herido sobre una mesa, que realmente era una puerta sobre dos cajones, el colchón que hacía de camilla chorreaba sangre. El herido era un alumno joven del Colegio de la Guardia Civil de Valdemoro. Lo había arrastrado monte abajo una chica que iba con él. Nuestro joven protagonista cortó la ropa y vio que una bala le atravesaba el pecho. Se moría y quería dar un recado a la chica, que se llamaba Mari. Pronto hubo que sacarlo de allí para curar a otro. 

Muchos murieron, otros fueron bajados en camiones al anochecer, con las luces apagadas, a hospitales de Madrid o al sanatorio de Tablada, un poco más abajo. Al caer la noche una de las voluntarias trajo algo de comer: chorizos y pan duro con chocolate. Mi abuelo se sentó en la puerta, pero fue incapaz de probar bocado. Cesaban los tiros, como al terminar cada jornada, para volver a escucharse con las primeras luces del Alba. 

Así, más o menos, lo narraba mi abuelo en sus memorias y así lo recoge la novela "La Casilla de Guadarrama". Esta caseta de camineros sigue en pie, en la curva de Tablada, poco antes del Alto del León.

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miércoles, 14 de octubre de 2015

Madrid años 30: el hotel Palace

El suelo que pisaron nuestros protagonistas por el viejo Madrid estaba plagado de edificios emblemáticos como el hotel Palace. Inaugurado oficialmente en 1912 y construido por un empresario belga a sugerencia del mismo Rey Alfonso XIII. Se alzó sobre el palacio de los Duques de Medinaceli y se construyó con hormigón armado. 

En poco tiempo fue un referente entre la sociedad madrileña de la época. Unos seiscientos empleados atendían todos los servicios del inmueble que se disputaba a la burguesía con el Ritz, inaugurado en 1910, apenas un par de años antes, tambien por el mismo monarca. 

El hotel Palace está en la Plaza de Cánovas del Castillo, haciendo esquina con Duque de Medinaceli. Al final de la calle se encuentra la iglesia de Medinaceli, en la Plaza de Jesús, donde estaba la imprenta Mercurio, el origen de nuestra historia. Pienso a veces que los protagonistas recorrerían esta calle una y otra vez a lo largo de la década de los 30. Asistirían quizá al bullicio generado por las fiestas, las exposiciones, las convenciones y todos los eventos allí celebrados. 

Cuenta la prensa de la época, como Mundo Gráfico, que este hotel se preparó como "hospital de sangre", al igual que el hotel Ritz, a finales de julio de 1936. Se iniciaba aquí la etapa triste de este hotel que bajo la denominación de "Hospital de Base número 1" sirvió de sanatorio para las tropas del frente. Los quirófanos se ubicaron en el bajo y al parecer la primera planta fue Embajada de la Unión Soviética durante algún tiempo. Todos estos detalles los cuenta la Wikipedia y muchos otros sobre la historia de este emblemático edificio del viejo Madrid, que albergaría sin duda historias dramáticas como los sanatorios de la sierra de los que hemos hablado, o la casilla de la muerte de Guadarrama, testigo real de nuestra historia. 

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viernes, 9 de octubre de 2015

Madrid años 30: Mercado de Antón Martín y Cine Monumental

Pasear por el mercado de Antón Martín hoy en día tiene un punto de ensoñación. Entre el bullicio, la modernidad y tradición siguen vivos muchos testimonios de los años 30, cuando la calle estaba llena de carros con toldos y la fruta se apilaba sobre los adoquines o en cajones. 

Recientemente tuve la oportunidad de recorrer esta zona investigando algunos nombres y personajes aparecidos en las memorias de mi abuelo, para la novela que inspira este blog. Fue increíble caminar por delante de carnicerías, ultramarinos y comercios con solera como los de la calle Santa Isabel o el pasaje Doré. Llevaba una foto en la mano e hicimos algunas preguntas, pero la persona a la que seguíamos el rastro tendría hoy cien años y probablemente hace tiempo que se ha esfumado de allí. 

La Farmacia del Globo, de 1870 y que fue dañada por las bombas durante la guerra. La plaza en la que se integra, que fue escenario en el siglo XVIII del inicio del motín de Esquilache. El Cine Monumental, inaugurado en el año 23 y que contó con 4.000 butacas y acogió estrenos memorables como "La Calle del Azar", de John Cromwell, con William Powell como protagonista y con la butaca al precio de 0,75 pesetas. El Café Bar Zaragoza, donde habrán chateado en época convulsa pero previa a la guerra tantos y tantos madrileños.

Por allí, algún día, pasearon Luisa y Manolo. Protagonistas de esta historia que yacía en el fondo de un baúl. Que transcurrió entre Atocha 95 y la Plaza de Jesús. Y que terminó en el hospital de la Princesa, como tantas vidas de la época.


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lunes, 5 de octubre de 2015

Los nacionales llegando a Guadarrama

Agosto de 1936, Guadarrama. Se confirma lo que he leído en las memorias de mi abuelo y que forman parte de la novela "La Casilla de Guadarrama". La sierra es un auténtico polvorín con continuos avances y retrocesos del bando sublevado y del ejército republicano. Un fragmento del diario de un soldado gallego recogida en el diario El Progreso recoge una interesante crónica sobre el terreno. En julio y desde el inicio de la guerra el alto del León estaba tomado por el ejército nacional. Los republicanos dominaban varias posiciones montaña abajo pero las fronteras eran difusas y variaban día a día. 

El joven soldado gallego, al parecer de un batallón de Ourense, afirma que lleva dieciocho días a poca distancia del pueblo de Guadarrama. En sus propias palabras "casi se cogía con la mano", visto desde arriba, imagino yo. Escondidos de la aviación y contando las bombas... "ya van 478, mi capitán". Al anochecer bajan hacia Tablada, llegando hasta su sanatorio con algunas bajas.

La casilla "Hospital de sangre"
En este punto aparece la casilla de peones camineros, la casilla de nuestra historia. Una confirmación más aporta esta página del periódico a lo escrito por mi abuelo. "La sección del alférez Gacio, se queda para relevar la fuerza que guarnece la casilla de peones camineros, el punto más avanzado de este sector; despedidas rápidas, votos de suerte; sigue el resto de la compañía; por fin llegamos a Tablada, relevamos los puestos que nos corresponden y descansamos un poco. (...) Hace un mes que no echábamos nuestros cuerpos sobre un mal gergón. Aquí hay abundantes colchones y mantas del sanatorio, destruido por el bombardeo de los rojos". 

El extracto confirma una vez más que aquel "hospital de sangre" del que mi abuelo pudo huir a principios de agosto estaba por delante de la batería republicana. Por eso contaba que entraban y salían arrastrándose por la cuneta, temiendo que uno u otro bando les hiciera blanco. Y por eso también curaban heridos de ambos bandos, según el día y el transcurso de aquella guerra en la que nadie sabía a ciencia cierta quién era quién.

El hospital
Después habla del sanatorio. Como ya hemos tratado en este blog, el sanatorio actual que se encuentra en estado de ruinas en la subida de Tablada no se llegó a inaugurar. Por tanto, si el soldado habla de mantas y colchones pensamos que se refiere al antiguo sanatorio Lago-Tablada, evacuado precisamente el 4 de agosto del 36. 

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viernes, 25 de septiembre de 2015

La tuberculosis y los sanatorios de principios de siglo

Un tema espeluznante para quienes hayan tenido la suerte de escuchar testimonios de familiares o personas de principios del siglo XX es sin duda el de la tuberculosis. Una enfermedad hoy superada y cómo podía truncar vidas con tanta facilidad en el año 1900. Mi abuelo relata en sus memorias cómo uno, dos y hasta tres hermanos fallecieron a causa de esta enfermedad, además de otros vecinos y amigos. La mayoría la contraían por cariño o solidaridad, por hacerse cargo de quienes padecían este mal y no tomar medidas para evitar el contagio, o no saber hacerlo. 

Sanatorio abandonado en Cesuras (A Coruña)
Se calcula que España tenía doscientos muertos por cada cien mil habitantes a causa de la tuberculosis, por eso en 1903 se creó la Asociación Antituberculosa Española (AAE) que además propició la aparición de comités bajo el mandato de Alfonso XIII, en el que se
construyó el primer hospital de enfermedades infecto-contagiosas, el hospital del Rey, en Madrid.

Las zonas montañosas de toda España albergaban unas condiciones óptimas para la curación de estos enfermos. Tranquilidad, aire puro, temperaturas suaves y buenos cuidados. Eso vendían los sanatorios de los años 20 y 30 en una especie de auge que como todo apagó la guerra civil. Guadarrama albergó muchos de ellos, para dar servicio a la enorme población de Madrid que ya por entonces superaba los 800.000 habitantes. Pero estos sanatorios también tienen su leyenda negra, cuando los enfermos desahuciados sufrían el abandono y la dureza de la enfermedad en su propia piel. 

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martes, 15 de septiembre de 2015

La novela en la blogosfera

Los libros comienzan de la mano de un autor y prosiguen su camino solos. Especial ilusión hace leer cada comentario y cada crítica de la historia de mano de adictos lectores, investigadores, y amantes de la historia en general. Hoy nos encontramos este comentario en el interesante blog El día que me hice mayor, que a continuación reseñamos.

La casilla de Guadarrama

El hallazgo de una memorias sobre la guerra civil española, permite a Carmen Delia Díaz construir su primera novela con ciertos tintes autobiográficos. Principalmente porque esos escritos fueron hechos por su propio abuelo, cuando marchó para Madrid desde Ribadeo a ganarse la vida en los tiempos previos a la trágica contienda. A partir de esos primeros relatos, se asienta la base novelera, donde la joven protagonista del libro descubre los primeros pasos de su abuelo César, el hermano de esté, Manolo y la figura de una misteriosa mujer y de nombre incompleto por las calles de la capital de España. Un país en estado de ebullición, y que saltaría un 18 de julio de 1936 en forma de alzamiento militar. Fecha importante también en las vidas de los tres protagonistas de las memorias, ya que se verán empujadas a separarse para juntar los primeros misterios a resolver en la novela. Ese momento álgido es el que aprovecha la autora para iniciar su particular investigación sobre lo escrito por su abuelo, a través de esta novela que se acoge a la entretenida fórmula de los secretos ocultos y las medias verdades.

 

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