viernes, 12 de junio de 2015

Los peones camineros y las casillas

Si eres una persona joven es posible que no hayas oído hablar nunca de los peones camineros, ni de las casillas. En los años 80, cuando jugábamos en la calle y en el campo libremente, sí era más frecuente toparse con alguna de estas construcciones hoy practicamente en desuso. 

Los peones camineros eran funcionarios a sueldo del estado, y su misión era la de tener a punto las carreteras, evitar la formación de baches en los caminos, hacer desagües, limpiar los arcenes de maleza, etc. Las comunicaciones en el siglo XVIII y XIX no eran las de ahora, y era necesario que vivieran a pie de carretera para ejercer con eficacia su trabajo.

Así es que en cada tramo de carretera había una casilla y el peón vivía en ella con su familia. El cuerpo de peones está hoy extinguido, aunque quienes habitan aún la vivienda pueden disponer de ella mientras vivan. Pocas se ven ya, pero al borde de las carreteras nacionales o comarcales aún puedes ver alguna, como ésta de la foto, situada en Curtis, todas cortadas por el mismo patrón. 

La casilla de Guadarrama era también una casilla de peones camineros, aunque por su tamaño y por la descripción que hace mi abuelo no estaba habitada antes de la guerra sino que era usada para guardar maquinaria y material como postes o herramientas.

Una historia de amor en tiempos de preguerra

El amor no es lo que era, o quizá las mujeres y los hombres ya no nos enamoramos como antes, ¿o sí? Desde niña me ha impresionado esta historia, la escuché contar, vi fotografías, leí cartas... No sé qué rastro quedará de nosotros cuando ya no estemos en este mundo, en la era digital cartas escribimos pocas, y notas ninguna. Así que será difícil rastrear viejas historias, no sé qué aguante tendrá la memoria caché. 

La historia empezó en Madrid, en la década de los 30. Las mujeres aprendían un oficio y los hombres también, ellas además aprendían a llevar una casa, porque así eran los tiempos de preguerras, o bien tenían servicio para esta tarea. El poco tiempo que restaba para el ocio de las clases trabajadoras se repartía en paseos, verbenas, algún estreno cinematográfico y sociedades o agrupaciones de barrio. La calle vibraba más que ahora, o al menos eso parece leyendo a quien vivió esos años previos a la guerra en Madrid. 

Los personajes a los que alude la novela se enamoraron también como dos chiquillos y muy pronto hicieron planes de boda. Pero el destino es caprichoso y la guerra civil vino a traer la desgracia o hacer pasar dificultades a tantas y tantas personas.Y es que en aquellos principios de siglo un soldado recién llegado a la academia, pensaba en estos términos: 

"Cuando llegué ante los muros de aquel cuartel se me cayó el alma a los pies pensando que, detrás de aquellas paredes, me esperaba una vida solitaria, sucia y peligrosa. Donde a cambio de mi vida solo podrían darle a mi madre una medalla de latón"

 (César Díaz Echevarría, Memorias)

jueves, 11 de junio de 2015

La casilla de la Muerte, en Guadarrama

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Buscando referencias sobre la casilla de camineros de la que habla mi abuelo en sus memorias, y que se recoge al inicio de la novela "La Casilla de Guadarrama", encontramos otra importante referencia histórica. 
Según se recoge en el blog de Josep Cabanes, el presidente del Fútbol Club Barcelona, Josep Suñol i Garriga fue asesinado el día 6 de agosto de 1936 exactamente al pie de la citada casilla. En el kilómetro 54 de la nacional VI. 

El episodio se puede encontrar recogido en numerosas referencias y blogs, pues forma parte de la historia del Fútbol Club Barcelona. El cronista hasta dejó constancia de la matrícula del vehículo en que iba junto con un periodista del diario "La Rambla" y un teniente del ejército repúblicano. Al parecer el coche llevaba un banderín catalán y, aunque no se sabe con certeza a dónde se dirigían por esta carretera se cree que iban en misión encomendada por el presidente del Parlament de Cataluña.

Imagen del Street View de Google Earth
En el texto se hace referencia a la edificación como "La Casilla de la Muerte", y parece claro que es la misma a la que hemos dedicado esta página pues el kilómetro coincide y también las características con la descripción que deja mi abuelo en sus memorias, aunque no coincidieron allí por pocos días, ya que los hechos que recoge el libro "La Casilla de Guadarrama" tuvieron lugar a finales de julio y este episodio tan solo seis o siete días después.

También se hace referencia a la línea que separaba la zona republicana de la nacional, que estaba precisamente próxima a este lugar, pero, como bien se recoge en el relato, las posiciones iban cambiando notablemente de un día a otro y había momentos de auténtica confusión, donde los propios soldados desde sus parapetos no sabían bien si disparaban a los suyos o al enemigo.

miércoles, 10 de junio de 2015

Madrid, años 30, en "La Casilla de Guadarrama"

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El Madrid de los años 30 está pintado en las viejas memorias que dejó mi abuelo. Militares de la república, trabajadores, intelectuales y burguesía de la época se cruzaban por las calles de la capital como si de una postal antigua se tratara. Se oía chirríar a los tranvías y el aire olía a puchero preparado en cualquier casa de comidas, como La Gijonesa. Por cualquier rincón, se escuchaba reír a algunos estudiantes y chiquillos. 

En la glorieta de San Bernardo estaba el antiguo hospital de La Princesa, una institución pública, hoy situada en Diego de León, y que durante la Guerra Civil estuvo en el Colegio del Pilar, en el Barrio de Salamanca. En aquellos años un enfermo allí pagaba cinco o seis pesetas al día, las heridas se curaban con sulfatos y otros preparados que diferían bastante de lo que conocemos hoy.

Imagen de Tras sus huellas (Manuel Díaz Aledo)
La actividad comercial en la Plaza de Antón Martín se conoce desde el siglo XVII, y en los años 30 era un hervidero de puestos que posteriormente se reorganizaron en un edificio cerrado. Muy cerca, en la calle Atocha, estaba el recién inaugurado Cine Monumental, de 1923, en la época en que los estrenos de la gran pantalla eran todo un acontecimiento.

El ambiente estaba muy revuelto y en los años de la II República, y no eran infrecuentes los atentados, y los cuarteles eran tiroteados y defendidos por los soldados, que con proximidad a la guerra ya no sabían bien en algunos momentos de quién debían seguir órdenes.

La Estación de tren de Atocha se conocía con el nombre de estación de Mediodía, y muy cerca, en la calle del Pacífico estaba el cuartel de los Docks, un grupo de barracones militares construidos a finales del siglo XIX.

En la Plaza de Jesús se instaló la Imprenta Mercurio, propiedad de Carlos Suárez Couto. Cerca de allí, en la calle Atocha 95 había una pensión de estudiantes instalada en el tercero o cuarto piso. Y en la calle Preciados, cerca de la Puerta del Sol, tenía su sede la "Sociedad Anaquiños da Terra", punto de reunión de muchos gallegos en la capital.

Son solo pinceladas de una época que, afortunadamente, no nos ha tocado vivir, pero que en esos viejos papeles mecanografíados brilla ante mis ojos y seguro que ante todos los que os propongáis leer esta novela.


lunes, 8 de junio de 2015

Ribadeo en la novela "La Casilla de Guadarrama"

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Ribadeo está muy presente en la novela "La Casilla de Guadarrama", no solo por ser el pueblo natal del abuelo de la protagonista, sino también porque forma parte inseparable de la cosmovisión de la autora. Esta villa es un foco turístico de gran relevancia, con la particularidad de que quienes la visitan, en un porcentaje muy amplio, vuelven. Es un acercamiento que siempre deja poso. 

La historia tejida en torno a la publicación del libro "Ribadeo Antiguo", tiene toques de realidad y muchos otros de ficción. Tantos que es difícil hasta para la autora distinguir dónde están sus fronteras. Pero esa es precisamente la magia de la literatura. 

Los escenarios elegidos existen y se pueden rastrear en esta villa, en la que se conservan varias edificaciones de inspiración colonial. También el bajo donde estaba la imprenta de "Las Riberas del Eo", en la calle Antonio Otero, la antigua farmacia Casariego, la capilla de San Roque, el cementerio o las sendas que recorren  "O Xardín".

Hay empresas más recientes que también forman parte de este poso y salen referenciadas de manera muy natural en las páginas de la novela, como los buses de la compañía ALSA, las pizzas del PizzBur, la churrería Linares o el antiguo panadero que recorría los barrios con su furgoneta para vender pan. Llegaba a media mañana, tocaba con fuerza el claxon y los vecinos iban saliendo a por aquellas riquísimas barras cocidas en horno de leña.



sábado, 6 de junio de 2015

El origen de toda esta historia

Esta página en las memorias que dejó mi abuelo me llamó la atención desde el principio y es el origen de toda esta historia. La casilla a la que se refiere podría ser la de la curva de Tablada, o no. También necesito descubrirlo. Quizá compartirlo me ayude. 

Por eso escribí la novela, y por eso cree el blog http://casillaguadarrama.blogspot.com.es/ y esta página. 

Mi abuelo tenía solo 21 años cuando estalló la guerra. A pesar del clima de la época, pocos la vieron venir con la crudeza en que la percibieron después o la responsabilidad histórica con que la vemos hoy.

¿Veremos algún día en la casilla un centro de interpretación? Decía Walt Whitman que "solo en sueños es libre el hombre". Permitidme soñar, estáis invitados.

viernes, 5 de junio de 2015

Ya a la venta la novela: "La Casilla de Guadarrama"

Querido lector:

Después de meses de investigación y escritura, y otros tantos de revisiones e impresión sale a la venta "La Casilla de Guadarrama".

Ahora llega tu turno, porque el lector completa la obra en este maravilloso viaje que es la literatura.

¿Soñamos?

Yo, por hoy, ya he soñado bastante así que lo dejo en tus manos y espero sinceramente que lo disfrutes.