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sábado, 18 de febrero de 2017

El día que Guadarrama fue liberada

Ya habíamos comentado en el post El peor día de la guerra civil española que, según las memorias de mi abuelo, que inspiran este blog y la novela del mismo nombre, el 30 de julio de 1936 la actividad en el frente de Guadarrama se intensificó de tal modo que es calificado como el "peor día" de la guerra. De hecho, este militar que vivió después durante años la actividad en la zona sur de Madrid, en la batalla del Jarama, Pinto y Brunete, dice que nunca vivió una lucha tan encarnizada como la que hubo en aquellos inicios de la guerra en este frente. 

Posiciones nacionales y republicanas en  1936
Casilla que fue hospital de sangre en 1936
La batalla de Guadarrama en la prensa gallega de la época
Pues bien, recientemente, tuve oportunidad de revisar la prensa coruñesa de la época, concretamente el diario La Voz de Galicia, y algunas publicaciones sobre la guerra civil como "El Alzamiento de 1936 en Galicia", escrito por Carlos Fernández y publicado por Edicións do Castro en 1982. Mi sorpresa fue que soldados coruñeses participaron en la toma de Guadarrama. 

Por las memorias de mi abuelo sabía que un batallón de Pontevedra estaba ocupando el Alto del León en los últimos días de julio de 1936. Pero hasta día de hoy no he encontrado vestigio escrito de esos movimientos de tropas desde Galicia, seguiré investigando. Sin embargo, el 31 de julio, La Voz de Galicia publicaba que el coche de la escolta del presidente del Consejo había sido apresado en Guadarrama. Realmente lo único que se capturó fue el vehículo, un hispano, requisado para conducir combatientes al frente. 

Al día siguiente, el mismo periódico recoge que las tropas avanzaron en el frente de Guadarrama, citando como fuente Radio Burgos, en zona nacional. Concretamente, se narra que las tropas del general Puente y Manso de Zúñiga, desde el Alto del León, realizaron un "arriesgado avance" apoderándose de 15 ametralladoras, un mortero y gran cantidad de pistolas y fusiles del enemigo huído. El balance fue de 40 muertos y 30 prisioneros. La crónica se publica el 1 de agosto, pero debemos entender, dadas las comunicaciones de la época, que el periódico se escribió el día anterior o incluso un par de días antes, lo cual nos lleva al fatídico 30 de julio que mi abuelo relata en sus memorias como un día confusión total en Guadarrama. 


Ocupación de Guadarrama por los nacionales
Las noticias siguen llegando y el 2 de agosto La Voz de Galicia publica que a las 12.30 de la mañana se ocupó el pueblo de Guadarrama, lo cual pudo ocurrir entre el día 31 de julio y el 1 de agosto. Según publica el Ayuntamiento de Guadarrama en "Tras las huellas de la Guerra", el día 3 y 4 de agosto se produce una contraofensiva republicana que no prosperó y los combates siguieron a lo largo de toda la contienda. 

Los comunicados emitidos desde el frente hablan de dos cabos coruñeses al frente de un grupo de legionarios que entraron "heroicamente a la bayoneta" y resultaron ascendidos a sargentos en el mismo campo de batalla. El siguiente comunicado recogido, de las 21:30 horas, habla de una "población que recibe con entusiasmo al Ejército, evidenciando que estaba sojuzgada y ansiaba ser liberada". 

La aviación fue pieza clave en esta toma, y el Espinar es escenario donde se derrota, según la misma crónica, al "enemigo" que deja a su paso camiones y artillería inutilizada. Concretamente el capitán de Artillería Perpener envió fuerzas al Espinar donde se obtuvieron del enemigo 11 camiones y la bandera del batallón de Zapadores. Se habla de 5 muertos entre las filas enemigas, además de algunos prisioneros y fugados.


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lunes, 14 de diciembre de 2015

La guerra civil que me contó mi abuelo

La vida es un conjunto de experiencias. Lo que lees en los libros, lo que aprendes en el colegio, lo que escuchas en casa, lo que vives en el trabajo... Alguna la guardas entre algodones, en esa caja mágica a donde va todo lo que nunca queremos olvidar. 

Cuando estudié por primera vez la guerra civil, creo que fue aún en EGB, me acerqué al abuelo y le pedí que me contará la guerra. La contaba a todas horas, pero aquella fue la primera vez que quise escucharla en detalle. Él miró mi libro de texto, y después de maldecir un rato me dijo que quienes lo habían escrito no habían vivido la guerra. Y tenía razón, ¿quién podría rebatirlo? Así que empezó por el principio, pero nos llevó toda la tarde y a los pocos días se tuvo que marchar, y la cosa quedó para el invierno siguiente. 

El abuelo, a la sombra de un árbol, y yo
Aprobé mi examen y el curso. Pero ese invierno mi abuelo se murió. Así que para cuando tuve que examinarme de nuevo de historia de España, en 3º de BUP, me vi de nuevo frente a aquellas fechas y acontecimientos, ordenados de forma fría en cuadros y esquemas, y escritos por personas que no habían vivido la guerra. 

Un día rebuscando en un armario me topé con aquellas memorias. Folios y folios a máquina, algunos a punto de borrarse, metidos en una carpeta de gomas azul oscuro. Los empecé a leer pero se me caían de las manos. Quizá no era mi momento. Pasados otros cuantos años, mi padre ordenó todas aquellas notas en la novela Malditas Guerras. La leí de un tirón. Después pasé a las viejas memorias de nuevo, por si quedaba algún detalle, alguna anotación al margen, que se hubiera quedado pendiente. El abuelo ya no estaba. Nos había dejado una casa llena de recuerdos, de fotos, de su viejo uniforme y sus medallas. De libros sobre la guerra civil con anotaciones de su puño y letra. 

Él nunca entendió la guerra que le tocó vivir. Yo tampoco la entiendo, aún después de leerla en los libros de historia y empaparme de sus experiencias escritas a máquina. Nadie ganó ni perdió. Todos perdieron, pues todas las familias tienen una historia dolorosa. Pero lo realmente triste es que se haya apagado la voz de la generación que nos la podía contar en primera persona. Y es que los libros de historia no cuentan la guerra que vivió la gente, sino una serie de hechos por orden cronológico, y no es lo mismo.

Necesité escribir esta novela para entender todo aquello. Para contarlo a quienes tienen abuelos que ya no vivieron la guerra, y para cualquiera que quiera escuchar una historia inspirada en la triste y apasionante guerra civil española. 

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jueves, 2 de julio de 2015

La Sierra de Guadarrama en los primeros días de la guerra civil española


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A veces la vida o la muerte es cuestión de segundos y de puro azar, según dónde te encuentres y las circunstancias a las que te enfrentes. Así eran los tiempos de la guerra civil española. A raíz de las investigaciones para la novela "La Casilla de Guadarrama", comprobé por los papeles que dejó mi abuelo sobre los primeros días de la guerra en la sierra que era una zona verdaderamente peligrosa.

Según su relato, camiones y autobuses de milicianos subían cada mañana cantando himnos para posicionarse en los diferentes frentes y defender este estratégico punto de entrada a la capital. Los nacionales o sublevados habían tomado posiciones en el Alto del León y alrededores, con tropas venidas de diferentes puntos de Castilla o Galicia. La nacional VI tenía puntos negros bastante definidos en la salida del pueblo de Guadarrama, en la recta, y en el inicio del ascenso hacia Tablada. Precisamente en este último ametrallaron la camioneta en la que subía mi abuelo con otros dos compañeros que resultaron muertos. Él se salvó milagrosamente al volcar el vehículo y caer rondado hasta el arcén. Cuando se asomó, sus compañeros yacían muertos. 

Leyendo la hemeroteca de la época, me llamó la atención una entrevista del "Camarada Juan Sande", publicada en el diario "El Sol" del 23 de noviembre de 1937, el diario del Partido Comunista. Según cuenta este oficial de marina, el 20 de julio del 36 fue al frente de Guadarrama como enlace del gobierno. La entrevista recoge cómo en este tramo de carretera "estallaban los obuses y llovían las balas con auténtica furia fascista". El militar sigue narrando cómo entonces "una ráfaga de plomo alcanzó el auto en el que viajaba el coronel Puig", el coche volcó y permaneció tres horas tumbado frente al sanatorio Hispano Americano. En esta misma entrevista Sande relata cómo los republicanos tenían un "hospital de sangre" en la vieja caseta de camineros de la curva de Tablada. Precisamente, en la casilla de Guadarrama, que da título a la novela.