miércoles, 30 de diciembre de 2015

Campanadas con mucha historia, en la Puerta del Sol

El reloj de la Puerta del Sol de Madrid lleva más años de los que podamos pensar marcando con sus agujas el compás de la historia de España. Sobre el edificio de la Casa de Correos y, desde mediados del siglo XIX, vino a sustituir al reloj de la Iglesia del Buen Suceso que era el que le precedía en marcar los tiempos, pero al parecer su funcionamiento era bastante deficiente.

Los relojes en los antiguos edificios marcaban el ritmo del día
Con la tradición de las doce uvas a un tiro de piedra, no puedo evitar viajar mentalmente a un episodio ocurrido en 1936, el 20 de julio, cuando aquel cabo sanitario protagonista de "La Casilla de Guadarrama" remataba un fatídico día de los albores de la guerra civil española precisamente frente a este reloj. Sonaban las 3 de la mañana cuando el soldado llegaba con varios compañeros al Ministerio de Gobernación, que entonces ocupaba el edificio, construido a mediados del siglo XVIII. Y tocaban las campanadas las 5 de la madrugada cuando salían con destino a la Academia de Sanidad Militar para ser destinados al puesto de socorro de Toledo y Collado, respectivamente. Así lo dejó escrito mi abuelo en sus memorias, y así se recoge en esta parte de la novela. Los tres despedirían el año en el frente en circunstancias bastante diferentes a las de la mayoría de los madrileños que acuden hoy a la Puerta del Sol.

Avanzada la guerra, la famosa torreta del reloj fue bombardeada. Y el edificio pasó a ser la Dirección General de Seguridad, durante el franquismo, y en sus sótanos hubo calabozos destinados a miembros de la oposición a la dictadura. En los años posteriores los compases horarios se emitieron desde Radio Nacional de España. Y en 1962, como detalla la historia del reloj más famoso de la capital en la Wikipedia, se televisaron las primeras campanadas desde esta ubicación. Su historia ha dejado huella en el mundo literario, también en la novela que inspira este blog, en el musical o en el cine. Y con ella queremos también desde este rincón virtual desearos feliz año a todos.

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lunes, 14 de diciembre de 2015

La guerra civil que me contó mi abuelo

La vida es un conjunto de experiencias. Lo que lees en los libros, lo que aprendes en el colegio, lo que escuchas en casa, lo que vives en el trabajo... Alguna la guardas entre algodones, en esa caja mágica a donde va todo lo que nunca queremos olvidar. 

Cuando estudié por primera vez la guerra civil, creo que fue aún en EGB, me acerqué al abuelo y le pedí que me contará la guerra. La contaba a todas horas, pero aquella fue la primera vez que quise escucharla en detalle. Él miró mi libro de texto, y después de maldecir un rato me dijo que quienes lo habían escrito no habían vivido la guerra. Y tenía razón, ¿quién podría rebatirlo? Así que empezó por el principio, pero nos llevó toda la tarde y a los pocos días se tuvo que marchar, y la cosa quedó para el invierno siguiente. 

El abuelo, a la sombra de un árbol, y yo
Aprobé mi examen y el curso. Pero ese invierno mi abuelo se murió. Así que para cuando tuve que examinarme de nuevo de historia de España, en 3º de BUP, me vi de nuevo frente a aquellas fechas y acontecimientos, ordenados de forma fría en cuadros y esquemas, y escritos por personas que no habían vivido la guerra. 

Un día rebuscando en un armario me topé con aquellas memorias. Folios y folios a máquina, algunos a punto de borrarse, metidos en una carpeta de gomas azul oscuro. Los empecé a leer pero se me caían de las manos. Quizá no era mi momento. Pasados otros cuantos años, mi padre ordenó todas aquellas notas en la novela Malditas Guerras. La leí de un tirón. Después pasé a las viejas memorias de nuevo, por si quedaba algún detalle, alguna anotación al margen, que se hubiera quedado pendiente. El abuelo ya no estaba. Nos había dejado una casa llena de recuerdos, de fotos, de su viejo uniforme y sus medallas. De libros sobre la guerra civil con anotaciones de su puño y letra. 

Él nunca entendió la guerra que le tocó vivir. Yo tampoco la entiendo, aún después de leerla en los libros de historia y empaparme de sus experiencias escritas a máquina. Nadie ganó ni perdió. Todos perdieron, pues todas las familias tienen una historia dolorosa. Pero lo realmente triste es que se haya apagado la voz de la generación que nos la podía contar en primera persona. Y es que los libros de historia no cuentan la guerra que vivió la gente, sino una serie de hechos por orden cronológico, y no es lo mismo.

Necesité escribir esta novela para entender todo aquello. Para contarlo a quienes tienen abuelos que ya no vivieron la guerra, y para cualquiera que quiera escuchar una historia inspirada en la triste y apasionante guerra civil española. 

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